Guitarra de mano en mano, un traguito de vino y las infaltables empanadas. Discusiones acaloradas, voces entonadas y uno que otro bailecito. Tradicionales y renovadas las peñas siguen en Córdoba y de ellas vamos a hablar.
Cortadas a cuchillo en Los Infernales y vino en caja en K-bar-E. Música en La Fábrica y los renombrados en la Casa de Facundo Toro. Los más tradicionales en El Aljibe, lo más nuevitos en la Capipeña. Pero todos con un sentir: el del encuentro.
Córdoba siempre fue cuidad de estudiantes. Ciudad de tertulias y musiqueros. A la docta llegaban principalmente desde el norte, pero también de Cuyo miles de jóvenes y con ellos sus músicas. Así lo recuerda Hugo Cortez o el Negro Jachal como lo llaman sus amigos de las peñas.
En el centro y sobretodo en el barrio Clínicas florecían estas casas de encuentro. “El lugar de las peñas de expresión espontánea era el barrio Clínicas, era un movimiento que empezaba los viernes a la tardecita. Había una peña “El Salaco” que quedaba en la calle Rioja frente al Belgrano, que recién lo inauguraban. Era una peña bastante interesante donde los chicos del Belgrano se quedaban. Siempre había un motivo para festejar. Desde las 20 a 22hs había una gran discusión política. Los chicos estaban muy politizados y le bajaban la línea a varios universitarios porque tenían un nivel de conciencia muy elevado” recuerda el Negro y sigue: “Estaban los famosos asados de mortadela. Como no teníamos un mango comprábamos mortadela y un vinito y cuando se envalentonaban empezaban a sacar la plata de los libros, de la farmacia y del alquiler. Esas cosas se han perdido porque la extracción social del estudiante de esa época es muy distinta a la de hoy. Venía el hijo del obrero, el de clase media baja, el de clase media”.
LOS 70 Y LA CLANDESTINIDAD
Eran los 70 y el clima estaba muy politizado. “Los estudiantes universitarios eran muy pensantes, muy preocupados por la situación social. Era mezcladita la cosa entre el canto y las discusiones partidarias, políticas, ideológicas y religiosas. Las mujeres empezaban a pelear. Eran las más aguerridas. En general era la cuestión partidaria del peronismo que estaba muy dividido en ese momento en la JPR de derecha y la JP de izquierda. Y había un vidrio muy grande en la entrada, todas las noches se rompía”, cuenta Jachal.
El nivel musical era de relieve. Tonos y Toneles vino a cambiar el formato. Su estilo era de espectáculo. Concurrían Dino Saluzzi, Los Tovadores, Chito Ceballos, entre otros.
Hacia el 75 las cosas empezaron a cambiar. Y las peñas a decaer ya que el folklore se convirtió en blanco de la Triple A y más tarde de la dictadura.
“Se cantaban cosas contestatarias y era peligroso por el solo hecho de ser joven y pensar distinto. El pelo largo era un riesgo, mirá si había inseguridad para lo que se dice inseguridad hoy. Entonces se armaban peñas en casas”, cuenta Jachal.
Cocho Pedraza, otro folklorista y peñero recuerda esos tiempos. “Yo frecuentaba una peña en Alta Córdoba que era absolutamente clandestina. Era por invitación y nos juntábamos unas 80 personas. Estaban muy politizadas, se cantaban canciones comprometidas. Canciones chilenas, por ese entonces los grupos chilenos eran mucho más combativos que los músicos argentinos. Un poco antes del retorno a la democracia se hizo una peña en Tonos y toneles y nos llamó la atención que habíamos varios barbudos. Cosa que estaba bastante controlado, no se podías ser demasiado barbudo y restringido el repertorio. Uno no tenía la lista pero suponía, había autocensura”.
Con la democracia volvieron las peñas, pero la situación era diferente. Hoy parece haber un renacer del circuito en la Córdoba folklórica que nunca se calla.
LAS PEÑAS HOY
Las peñas hoy no son las mismas de ayer, pero conservan el concepto del encuentro como núcleo fundamental.
“Ir a peñas es único, el que va es porque tiene una amplia cultura folklórica, sino te aburrís. No es como bailar en un boliche, acá te une el sentimiento por nuestra música”, cuenta Elena Mattía, amante de la música argentina y vieja frecuentadora del circuito peñero.
Hoy existen tres tipos de peñas, con sus públicos correspondientes. Las peñas masivas como las de los Copla o el Raly, en general se llevan a cabo en el Comedor Universitario o en algún club; las peñas de espectáculo, con comida y show como Peña Sucre o la Casa de Facundo Toro y las peñas espontáneas como el patio de Los Infernales. Pero estas últimas son las menos. Ahora el fuerte está en el baile, algo que no ocurría en los setenta cuando el centro era la canción y las charlas políticas.
Jachal las añora, pero sigue concurriendo hoy en día a cantar y esscuchar. Una de sus favoritas es la de la calle Belgrano. Una de las diferencias, el bullicio. “Antes cuando uno tocaba todos escuchaban. Hoy el grupo de al lado se pone a tocar más fuerte”.
Sin embargo, el espacio para el encuentro continúa. Menos politizado, más atomizado, pero con el mismo objetivo: juntarse a disfrutar de la música argentina.